lunes, 5 de mayo de 2014

La mente del Maltratador

Comentario Importante

La mayoría de los maltratadores (abusadores) son hombres. Así y todo, algunos son mujeres. Utilizamos los pronombres y adjetivos para designar a ambos sexos: masculino y femenino según sea el caso.


Lo que sigue son los conceptos, traducidos del inglés al español, que Sam Vaknin, el autor de " Maligno amor a uno mismo-Narcisismo Revisado", ha vertido al respecto.


Para embarcarnos en nuestra exploración de la mente del maltratador necesitamos primeramente acordar una taxonomía de comportamientos abusivos. Observar metódicamente el abuso es la manera más segura de conocer a los perpetradores.


Los maltratadores aparentan sufrir de disociación (personalidad múltiple). En su casa, son monstruos sofocantes e intimidatorios. De puertas para afuera son maravillosos, se preocupan por los demás, son generosos y son pilares admirados de su comunidad. ¿Por qué esta duplicidad?


Es parcialmente premeditada y dirigida a encubrir los actos del abusador. Más importante aún, refleja su mundo interior, en el cual las víctimas son solo representaciones bidimensionales, objetos, desprovistos de emociones y necesidades, o meras extensiones del Yo del abusador. Por lo tanto, para la mente del maltratador, sus presas no ameritan tratamiento humano, y tampoco le provocan empatía.


Típicamente, el maltratador tiene éxito en convertir a su víctima a su manera de ver el mundo. La víctima - y sus victimarios - no se dan cuenta de que hay algo equivocado en la relación misma. Esta negación es común y lo permea todo. También permea otras esferas de la vida del abusador. Estas personas son usualmente narcisistas- empapados en fantasías grandiosas, divorciados de la realidad, embriagados con su Yo Falso, consumidos por sentimientos de omnipotencia, omnisciencia, derecho y paranoia.


Contrariamente a los estereotipos, tanto el abusador como su víctima sufren de disturbios en la regulación de su sentido de su valor personal. Baja autoestima y falta de auto confianza transforman al abusador- y a su Yo confabulado - en vulnerable a las críticas, desacuerdos, exposición, y adversidad - real o imaginada-.


El maltrato está creado en el miedo - miedo de recibir burlas o ser traicionado, inseguridad emocional, ansiedad, pánico y aprehensión. Es un último esfuerzo para ejercer control - por ejemplo, sobre la esposa de uno - por medio de "anexarla", "poseerla" y "castigarla" por ser una entidad separada, con sus propios límites, necesidades, sentimientos, preferencias y sueños.


En su tomo seminal, "La relación verbalmente abusiva", Patricia Evans lista las varias formas de manipulación que juntas constituyen abuso verbal y emocional (psicológico).


Retener la palabra (el tratamiento silencioso), contraatacar (refutar o invalidar las acciones y dichos de la esposa/o), descartar (dejar a un lado sus emociones, posesiones, experiencias, esperanzas y miedos), humor brutal y sádico, bloquear (evitar un intercambio significativo, desviar la conversación, cambiar de tema), culpar y acusar, juzgar y criticar, menoscabar y sabotear, amenazar, injuriar, olvidar y negar, dar órdenes, negación, y cólera abusiva.

A estos podemos añadirles:

Honestidad "brutal", ignorar, sofocar, salpicar ( con comentarios hirientes o denigrantes), expectativas poco realistas, invasión de la privacidad, falta de tacto, abuso sexual, maltrato físico, humillar, avergonzar, insinuar, mentir, explotar, devaluar y descartar, ser impredecible, reaccionar desproporcionadamente, deshumanizar, tratar como objeto, abusar de la confianza y de la información íntima de la persona, maquinar situaciones imposibles, controlar a través de otros y maltrato en el ambiente, (como algo cotidiano y a la vez difuso).


En su exhaustivo ensayo "Comprendiendo al golpeador en las disputas por custodia y visitas", Lundy Bancroft observa:


"A causa de las percepciones distorsionadas que el maltratador tiene de los derechos y responsabilidades en las relaciones, él se considera a sí mismo la víctima. Los actos de auto defensa por parte de la mujer golpeada o de los niños, o los esfuerzos que hacen por defender sus derechos, él los define como agresiones CONTRA él. Usualmente es muy hábil para torcer sus descripciones de los hechos, para crear la convincente impresión de que él ha sido victimizado. De este modo, acumula agravios durante el transcurso de la relación en la misma medida en que lo hace la víctima, lo cual puede llevar a los profesionales a decidir que los miembros de la pareja "se maltratan mutuamente" y que la relación ha sido "mutualmente dañosa".


Sin embargo, cualquiera sea la forma de maltrato y crueldad, la estructura de la interacción y los roles jugados por la víctima y el maltratador son los mismos. Identificar estos patrones - y cómo son influenciados por las normas, valores y creencias culturales y sociales prevalecientes - es un primer e indispensable paso hacia el reconocimiento del abuso, hacerle frente y aminorar sus inevitables y agonizantemente dolorosas consecuencias.


Una lectura crítica del ensayo de R. Lundy Bancroft "Comprendiendo al golpeador en las disputas por custodia y visitas" (1998).


El ensayo de Lundy es de lectura indispensable para aquellos que se encuentren en la angustia de los procedimientos de la separación, divorcio o custodia.

Increíblemente, Bancroft falla en identificar al narcisismo patológico cuando se encuentra con él. De manera asombrosa - y predecible - la palabra "narcisismo" no es mencionada ni una sola vez en un larguísimo texto sobre abuso.

Él concluye:

"Aunque un porcentaje de golpeadores tiene problemas psicológicos, la mayoría no los tiene. Usualmente se piensa que poseen baja autoestima, alta inseguridad, personalidades dependientes, u otros resultados de heridas infantiles, pero de hecho los golpeadores son un punto de intersección de la población con respecto a su maquillaje emocional."

Sigue el perfil, en el mismo artículo, que Bancroft muestra de un maltratador típico.


¿No parece la descripción de narcisista maligno? Si lo parece, es correcto. Bancroft, poco inteligentemente, ¡describe un narcisista al pie de la letra! Sin embargo, está totalmente ciego frente a ese hecho. Esta falta de consciencia de quienes se dedican a la salud mental es común. A menudo diagnostican mal el narcisismo patológico.

El perfil de Bancroft de un abusador típico (de hecho, el de un narcisista maligno).

"El golpeador es controlador; insiste en tener la última palabra en discusiones y en decisiones, él probablemente controle cómo se gasta el dinero de la familia, pudiendo formular reglas para la víctima sobre sus movimientos y contactos personales, como prohibirle usar el teléfono o ver a ciertos amigos.

Es manipulador, engaña a la gente dentro y fuera de su propia familia acerca de su conducta abusiva, tuerce las discusiones para hacer creer a las otras personas que están equivocadas, y se vuelve una persona dulce y sensible por largos períodos de tiempo cuando siente que eso le puede ser útil. Su imagen pública usualmente contrasta agudamente con su realidad privada.

Se cree con derecho, considera que tiene derechos especiales y privilegios que no son aplicables a otros miembros de la familia. Cree que sus necesidades deberían ser la prioridad de su familia, y que todos deberían enfocarse en mantenerlo feliz. Típicamente, cree que es su prerrogativa determinar cuándo y cómo van a suceder las relaciones sexuales, y le niega a su compañera el derecho a rehusarse (o a iniciar) la actividad sexual. Cree que las tareas de la casa y el cuidado de los niños deberían ser hechos para él, y cualquier contribución que él haga a ese respecto debería ganarle aprecio y deferencia. Es altamente demandante.

Es irrespetuoso; considera a su compañera menos competente, sensible e inteligente que él, a menudo tratándola como si fuera un objeto inanimado. Comunica su sentido de superioridad en la casa de varias maneras diferentes.

El principio unificador es su actitud de propiedad. El golpeador cree que una vez que estás comprometida en una relación con él, perteneces a él. Esta posesividad en golpeadores es la razón por la cual las muertes de mujeres golpeadas ocurren comúnmente cuando las víctimas están intentando abandonar la relación; un golpeador no cree que su compañera tenga el derecho de terminar la relación hasta que él está preparado para terminarla.

A causa de la percepción distorsionada que él tiene de los derechos y responsabilidades en las relaciones, se considera a sí mismo como la víctima. Los actos de auto defensa por parte de la mujer golpeada o sus niños, o los esfuerzos que hacen para defender sus derechos, los define como agresión hacia él. A menudo es muy hábil en torcer su descripción de los hechos para crear la convincente impresión de que él ha sido victimizado. De este modo acumula resentimientos a lo largo de la relación al mismo tiempo que la víctima lo hace, lo cual puede llevar a los profesionales a decidir que los miembros de la pareja "se maltratan mutuamente" y que la relación ha sido "mutuamente dañina".

Al parecer, el CONTROL es el problema, no la VIOLENCIA.

Bancroft escribe:

"Una proporción significativa de golpeadores que fueron requeridos a asistir a asesoramiento (counseling) a causa de su condena criminal han sido violentos solo de una a cinco veces en la historia de la relación, incluso según el testimonio de la propia víctima. Sin embargo, las víctimas en estos casos reportan que la violencia ha tenido serios efectos en ellas y en sus hijos, y que los patrones de comportamiento de control y falta de respeto que acompañan estas conductas sirven para negar los derechos de los demás miembros de la familia y causan traumas. 

Por lo tanto, la naturaleza del patrón de crueldad, intimidación y manipulación es el factor crucial para evaluar el nivel de abuso, no solo la intensidad y frecuencia de la violencia física. En mi década de trabajar con abusadores, abarcando más de mil casos, casi nunca encontré un cliente cuya violencia no estuviera acompañada de un patrón de abuso psicológico.

El deseo de control de un maltratador casi siempre se intensifica cuando siente que la relación se le escapa de las manos. Tiende a enfocarse en la deuda que él siente que la víctima tiene con él, y en la furia al ver que ella se independiza."

DERECHO vs. NECESIDAD

Bancroft dice:

"La mayoría de los golpeadores no tienen una descomunal necesidad de control, sino que sienten un descomunal derecho a controlar bajo circunstancias familiares y de pareja."


Pero la distinción que Bancroft hace entre necesidad y derecho es espuria. Si tú sientes que tienes derecho a algo, de manera concomitante también sientes la necesidad de tener tu derecho asegurado, aceptado, y reforzado.


Si alguien viola tus derechos, te sientes frustrado y enojado porque tu necesidad de que tus derechos sean respetados y reforzados no se ha cumplido.


También estoy en fuerte desacuerdo con Bancroft- como lo hace una gran parte de los investigadores -que el control no puede estar limitado al hogar. ¡Un controlador es un controlador en cualquier lugar! El control, sin embargo, se manifiesta en una miríada de formas. Obsesionarse, actuar compulsivamente, y ser demasiado inquisitivo son todas formas de practicar el control.


Algunas veces el comportamiento controlador es muy difícil de identificar: una madre asfixiante, o que salpica (con comentarios hirientes o denigrantes), un amigo que continúa "guiándote", un vecino que compulsivamente saca tu basura...


Esto es exactamente lo que los acosadores hacen. No pueden conseguir a alguien que se comprometa con ellos en una relación (real o imaginaria). Entonces ellos proceden a "controlar" al renuente compañero por medio de acoso, amenazas, o invadiendo su vida.


Desde afuera, es casi imposible identificar muchos de estos comportamientos como control abusivo.


CULTURA VS. CRIANZA


Bancroft observa que "...el comportamiento golpeador es sobre todo derivado de la cultura más que de la psicología del individuo..." 


La cultura y la sociedad sí juegan un rol importante, como yo digo en este artículo:


"El maltratador puede ser funcional o disfuncional, un pilar de la sociedad, o un peripatético artista del disfraz, rico o pobre, joven o viejo. No hay un perfil universalmente aplicable del "maltratador típico".

Y en este otro:


"Abuso y violencia cruzan barreras geográficas y culturales y estratos sociales y económicos. Es común entre los ricos y los pobres, los bien educados y los no tanto, los jóvenes y los de mediana edad, citadinos y campesinos. Es un fenómeno universal."

Pero aún así, es equivocado atribuir comportamiento abusivo exclusivamente a un conjunto de parámetros (psicológico) u otro (socio-cultural). La mezcla de ambos es lo que cuenta.

Lundy Bancroft acerca de los golpeadores, David Hare sobre el tema de la psicopatía (y, modestamente, yo mismo sobre el tema del narcisismo patológico) representan una raza de desclasados, rechazados por los "expertos" y "profesionales" en sus campos. Pero ambos son, en mi mente, autoridades. Su experiencia es invaluable. Si son buenos en la construcción de teorías y en la generalización de sus experiencias es un tema totalmente diferente. Su contribución es principalmente fenomenológica, no teórica.

La Intimidación como arte, el Abuso como artesanía.

Haga clic aquí para ver el video

Los intimidadores psicópatas y los maltratadores se consideran a sí mismos como artistas: su intimidación es una forma perfeccionada de arte y su abuso el epítome del artesanado. Están orgullosos de sus "logros" y alegremente cuentan instancias de abuso y dolor infligidas a sus víctimas. Hay un fulgor en los ojos del narcisista psicópata cuando describe el desamparo de sus blancos, los fallidos intentos por librarse a sí mismos, las trampas colocadas a cada paso, y el miedo que inspira al tiempo que su presa sucumbe.

En la paleta del psicópata hay varios colores primarios:

I. Maltrato abierto.

El maltrato abierto y explícito de otra persona. Amenazar, coercionar, golpear, mentir, menoscabar, castigar, insultar, humillar, explotar, ignorar ("el tratamiento silencioso"), devaluar, descartar sin ninguna ceremonia, maltratar verbal, física y sexualmente son todas formas de maltrato abierto.

II. Maltrato encubierto o controlador.

El maltrato (o abuso) es casi enteramente acerca del control.  Es a menudo una reacción primitiva e inmadura a circunstancias de vida en las cuales el maltratador (a menudo en su niñez) se encontraba indefenso. Se trata de reformular y reafirmar la propia identidad, restableciendo la predictibilidad, dominando al medio ambiente-humano y físico.


El grueso de los comportamientos abusivos puede rastrearse a esta reacción de pánico por la remota posibilidad de pérdida de control. Muchos maltratadores son hipocondríacos (y pacientes difíciles) porque tienen miedo de perder control sobre su cuerpo, la manera en que este se ve y su apropiado funcionamiento. Son obsesivo-compulsivos en un esfuerzo por controlar su hábitat físico y volverlo predecible. Acechan y acosan gente como modo de estar "en contacto" - otra forma de control.


Para el maltratador, nada existe fuera de él. Sus seres cercanos son extensiones, objetos internos, asimilados - no externos. Por lo tanto, perder control sobre un ser cercano es equivalente a perder control sobre una extremidad, o sobre el cerebro de uno. Es aterrorizante.


La gente independiente o desobediente evoca en el maltratador el darse cuenta de que algo está mal en su visión del mundo, que él no es el centro del mundo, ni la causa del mismo, y que él no puede controlar lo que, para él, son representaciones internas.


Para el abusador, perder el control es perder la razón. Porque otras personas son meros elementos en su mente, el no poder manipularlos literalmente significa no poder controlar su mente. Imagine si de pronto usted descubriera que no puede manipular sus recuerdos, o controlar sus pensamientos. ¡Pesadillesco!


En sus frenéticos esfuerzos por mantener el control o re asegurarlo, el maltratador recurre a una miríada de diabólicas e inventivas estratagemas y mecanismos. Aquí presentamos una lista parcial de los mismos:


La imprevisibilidad y la Incertidumbre (refuerzo intermitente)

El maltratador actúa imprevisible, caprichosa, inconsistente e irracionalmente. Esto sirve para hacer que los demás dependan de cada giro que el maltratador pueda llegar a tomar, su próximo e inexplicable capricho, su próximo estallido, negación o sonrisa.


El maltratador se encarga de asegurar que ÉL es el único elemento estable en las vidas de sus seres cercanos, destruyendo el resto de su mundo a través de este comportamiento aparentemente insano. Perpetúa su estable presencia en sus vidas - por medio de la desestabilización que provoca en las mismas.


Reacciones Desproporcionadas

Una de las herramientas favoritas de manipulación en el arsenal del maltratador es la desproporcionalidad de sus reacciones. Reacciona con ira suprema al más leve desaire. O castigará severamente por lo que él percibe como una ofensa contra él, sin importar cuán menor sea. O lanzará una rabieta a la menor contrariedad o desacuerdo, sin importar cuán gentil y consideradamente sea expresado. O actuará desmesuradamente atento, encantador y tentador (sexualmente obsesionado, si es necesario).


Este siempre cambiante código de conducta y las extraordinariamente severas sanciones son premeditados. Las víctimas son mantenidas en la oscuridad. Necesidad y dependencia de la fuente de "justicia", así como el juicio mismo son traspasados al maltratador, quien de este modo sale airoso.


Deshumanización y Objetivización

La gente tiene necesidad de creer en las habilidades de empatía y en el básico buen corazón de los demás. Al deshumanizar y objetivizar a las personas, el abusador ataca los cimientos de la interacción humana. Este es el aspecto "ajeno" de los maltratadores: podrán ser excelentes imitaciones de adultos totalmente formados, pero son emocionalmente ausentes e inmaduros.

El maltrato es tan horrible, tan repulsivo, tan fantasmagórico, que la gente retrocede aterrorizada. Es entonces, con sus defensas totalmente bajas, cuando son más susceptibles y vulnerables al control del maltratador.  El abuso físico, psicológico, verbal y sexual son todas formas de deshumanización y objetivización.


Abuso de Información

Desde los primeros momentos de encuentro con otra persona, el abusador está al acecho. Recolecta información. Cuanto más conoce sobre su potencial víctima, más es capaz de coercionar, manipular, encantar, extorsionar, o convertir para "su causa". El abusador no duda en emplear la información que obtuvo, independientemente de su naturaleza íntima o de las circunstancias en las cuales la obtuvo. Esta es un arma poderosa en su arsenal.


Situaciones Imposibles

El abusador ingenia situaciones imposibles, peligrosas, impredecibles, sin precedentes, o en las cuales él es altamente requerido. Se asegura de que su conocimiento, sus habilidades, sus conexiones, o sus particularidades son las únicas aplicables y las más útiles en las situaciones que él mismo forjó. Genera su propia indispensabilidad.


III. Control y maltrato por proxy

Si todo lo demás falla, el maltratador recluta amigos, colegas, compañeros, miembros de la familia, las autoridades, instituciones, vecinos, la prensa, maestros - o sea, terceras partes - para llevar a cabo sus órdenes. Los usa para acorralar, obligar, amenazar, acechar, ofrecer, retraer, tentar, convencer, hostigar, comunicar y manipular a su blanco. Controla estos desprevenidos instrumentos exactamente como planea controlar su presa definitiva. Emplea los mismos mecanismos y recursos. Y abandona sus apoyos nada ceremoniosamente cuando el trabajo ha concluido.


Otra forma de control por proxy es ingeniar situaciones en las cuales el maltrato es infligido a otra persona. Estos cuidadosamente armados escenarios de humillación y bochorno provocan sanciones sociales (condena, oprobio, o incluso castigo físico) contra la víctima. La sociedad, o un grupo social, se transforman en un instrumento del abusador.


IV. Maltrato en el ambiente y "gaslighting"

(Nota del Traductor: el término "gaslighting" remite a un ambiente con luz difusa, como la que antiguamente generaba la luz por gas. Es el ambiente que genera el maltratador, retaceando, distorsionando información. Esta poca visibilidad permite que tenga a su víctima en las sombras, sin saber muy bien lo que ocurre).

La promoción, difusión y el fortalecimiento de una atmósfera de miedo, intimidación, inestabilidad, imprevisibilidad e irritación. No hay acciones de abuso explícito rastreable, ni acciones de control manipulativo. Sin embargo, un fastidioso sentimiento está presente, una desagradable anticipación, una premonición, un mal augurio. Esto es a veces llamado "gaslighting".


A la larga, tal ambiente erosiona el sentido de la auto estima y del valor propio de la víctima. La confianza en sí misma recibe una profunda sacudida. A menudo, la víctima adopta una actitud paranoide o esquizoide y por lo tanto se expone a sí misma aún más a las críticas y los juicios de valor. Los roles de este modo se revierten: la víctima es considerada mentalmente enferma y el abusador un alma sufriente.


Apéndice: Una clasificación de comportamientos abusivos

La conducta abusiva no es un fenómeno uniforme, homogéneo. Brota y emana de múltiples fuentes y se manifiesta en una miríada de formas. A continuación se muestran algunas distinciones útiles que se relacionan con el maltrato y que podrían servir como principios organizativos, taxonómicos (tipologías dimensionales) en una especie de matriz.


1. Abuso Abierto vs. Encubierto

Abuso abierto es la abierta y explícita, fácilmente discernible, clara manera de abusar de otra persona de cualquier manera (verbal, física, sexual, financiera, psicológica-emocionalmente, etc).

Abuso encubierto gira alrededor de la necesidad del maltratador de afirmar y mantener control sobre su víctima. Puede presentarse de muchas maneras, no todas las cuales son evidentes ni inequívocas.


2. Abuso Explícito vs Sigiloso o abuso ambiental (Gaslighting)

Una distinción más útil, por lo tanto, es la que se da entre explícito (manifiesto, obvio, indiscutible, fácilmente observable aún por un espectador o interlocutor casual) y sigiloso (o de ambiente) también conocido como gaslighting.


3. Abuso Proyectado vs. Dirigido

El maltrato o abuso proyectado es el resultado del mecanismo de defensa de proyección del maltratador. La proyección ocurre cuando el maltratador atribuye a otro, sentimientos, características y motivos que él posee pero considera inaceptables, desconcertantes, y no ajustadas apropiadamente. De esta manera se desprende de estas características discordantes y se asegura el derecho a criticar y castigar a otros por tenerlas o demostrarlas. Tal maltrato es a menudo catártico (ver el par en la categoría siguiente).


4. Abuso Catártico vs. Funcional

Mientras que el par número 3 (arriba) trata sobre las raíces psicodinámicas del mal comportamiento del maltratador, el actual par de categorías trata sobre sus consecuencias. Algunos maltratadores se comportan de la forma en que lo hacen porque alivia su ansiedad, realza su inflada, grandiosa autoimagen, o "purga" impurezas e imperfecciones que ellos perciben ya sea en la víctima, o en la situación (por ejemplo, en su matrimonio). Por lo tanto, tal abuso es catártico: su finalidad es hacer sentir mejor al maltratador. El abuso proyectado, por ejemplo, es siempre catártico.


La otra razón para maltratar o abusar a alguien es porque el maltratador quiere motivar a su víctima a hacer algo, a sentir de determinada manera, o a abstenerse de hacer algo. Este maltrato es funcional en lo que ayuda al maltratador a adaptarse a su ambiente y operar en él, aunque sea de manera disfuncional.


5. Abuso que sigue un patrón (estructurado) vs. Al azar

Algunos maltratadores reparten abuso todo el tiempo a quien se encuentre a su alrededor: cónyuge, hijos, vecinos, amigos, jefes, colegas, figuras de autoridades y subalternos. La conducta abusiva es la única manera que conocen para reaccionar frente a un mundo que consideran hostil y explotador. Sus comportamientos están profundamente enraizados, son rígidos, ritualistas, y estructurados.


Otros maltratadores son menos predecibles. Son explosivos e impulsivos. Tienen un problema con el manejo de la ira. Responden con rabietas a las heridas narcisistas y a los desaires, reales o imaginados (ideas de referencia). Estos maltratadores aparentan golpear "de la nada", de modo caótico y azaroso.


6. Abuso Monovalente vs. Polivalente

El abusador monovalente abusa solo a una persona, repetida, viciosa y concienzudamente. Tales abusadores perpetran sus actos en ubicaciones o marcos bien definidos (por ejemplo, en el hogar, o en su trabajo). Se toman el trabajo de esconder sus horribles actos y presentan un rostro socialmente aceptable (o mejor dicho, una fachada) en público. Sus actos son conducidos por el deseo de aniquilar al objeto de su maltrato, o la fuente de su frustración y de su envidia patológica.


En contraste, el maltratador polivalente esparce su red ampliamente y tan lejos como alcanza, y no "discrimina" al elegir su presa.  Es un maltratador parejo, con múltiples víctimas, las cuales, a menudo, tienen poco en común. Raramente se preocupa con las apariencias, y se considera a sí mismo por arriba de la Ley. Desprecia a todo el mundo, pero sobre todo a las figuras de autoridad. Es usualmente antisocial (psicópata) y narcisista.


7. Abuso Característico (estilo personal) vs. Atípico

El abuso está en relación al estilo personal de la mayoría de los maltratadores que siguen un patrón, o estructurados, (ver el punto 5 arriba).
El comportamiento degradante, injurioso, humillante, y ofensivo es su modus operandi, su reacción reflexiva ante el estimulo, y su credo. 

Los maltratadores "al azar" actúan normativamente y "normalmente" la mayor parte del tiempo. Esta conducta abusiva es una aberración, una desviación, y percibida por sus seres cercanos como atípica y aún shockeante.


8. Abuso Normativo vs. Desviado

Todos nosotros maltratamos a otros de tanto en tanto. Algunas reacciones abusivas están dentro de las normas sociales y no son consideradas indicadoras de una personalidad patológica, o de una anomia socio-cultural. En ciertas circunstancias, el maltrato como reacción está permitido y tenido como social y saludablemente recomendable.


Aún así, la gran mayoría de los comportamientos abusivos debería ser considerada como desviada, patológica, antisocial y perversa.


Es importante distinguir entre maltrato normativo y desviado. Una falta total de agresión es tan poco saludable como lo contrario. El contexto cultural es crucial para determinar cuándo alguien cruza la línea y se transforma en un maltratador.

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